Diosa de la Luna Vieja - Mitología - Guillermo Kahlo
En Diosa de la Luna Vieja, Guillermo Kahlo captura un momento de transición, de entrega al tiempo y a la memoria. Una mujer yace en el suelo, envuelta en una sábana como si el último resquicio de la noche la abrazara. Su cabello negro profundo se extiende como un río de sombras, mientras sus ojos cerrados evocan un sueño sin retorno, una despedida silenciosa.
La imagen transmite una sensación de calma y melancolía, como si la joven representara el final de un ciclo lunar, la fase en la que la luz se apaga y da paso a la renovación. La delicadeza de la composición, el juego de texturas entre la tela y su piel, y la suavidad de la iluminación refuerzan la sensación de un instante suspendido entre el mundo terrenal y lo etéreo.
A través de esta fotografía, Kahlo nos invita a contemplar la belleza en la fragilidad, en el descanso de la diosa que se repliega antes de renacer en un nuevo amanecer.
En Diosa de la Luna Vieja, Guillermo Kahlo captura un momento de transición, de entrega al tiempo y a la memoria. Una mujer yace en el suelo, envuelta en una sábana como si el último resquicio de la noche la abrazara. Su cabello negro profundo se extiende como un río de sombras, mientras sus ojos cerrados evocan un sueño sin retorno, una despedida silenciosa.
La imagen transmite una sensación de calma y melancolía, como si la joven representara el final de un ciclo lunar, la fase en la que la luz se apaga y da paso a la renovación. La delicadeza de la composición, el juego de texturas entre la tela y su piel, y la suavidad de la iluminación refuerzan la sensación de un instante suspendido entre el mundo terrenal y lo etéreo.
A través de esta fotografía, Kahlo nos invita a contemplar la belleza en la fragilidad, en el descanso de la diosa que se repliega antes de renacer en un nuevo amanecer.
En Diosa de la Luna Vieja, Guillermo Kahlo captura un momento de transición, de entrega al tiempo y a la memoria. Una mujer yace en el suelo, envuelta en una sábana como si el último resquicio de la noche la abrazara. Su cabello negro profundo se extiende como un río de sombras, mientras sus ojos cerrados evocan un sueño sin retorno, una despedida silenciosa.
La imagen transmite una sensación de calma y melancolía, como si la joven representara el final de un ciclo lunar, la fase en la que la luz se apaga y da paso a la renovación. La delicadeza de la composición, el juego de texturas entre la tela y su piel, y la suavidad de la iluminación refuerzan la sensación de un instante suspendido entre el mundo terrenal y lo etéreo.
A través de esta fotografía, Kahlo nos invita a contemplar la belleza en la fragilidad, en el descanso de la diosa que se repliega antes de renacer en un nuevo amanecer.